Vengo ante Ti, mi Señor, reconociendo mi culpa, con la fe puesta en tu amor que Tú me das como a un hijo. Te abro mi corazón y te ofrezco mi miseria, despojado de mis cosas, quiero llenarme de Ti.
Que tu Espíritu, Señor, abrase todo mi ser, hazme dócil a tu Voz, transforma mi vida entera. Hazme dócil a tu Voz, transforma mi vida entera. Puesto en tus manos, Señor, siento que soy pobre y débil, mas Tú me quieres así, yo te bendigo y te alabo. Padre, en mi debilidad, Tú me das la fortaleza, amas al hombre sencillo, le das tu paz y perdón.
Habla, Señor, que tu siervo escucha. Habla, Señor, que tu siervo escucha. (Muéstrame tu Voluntad a través de la Palabra, quiero conocerte más para amarte y seguirte.) (Bis)
¿Qué te puedo dar que no me hayas dado Tú? ¿Qué te puedo decir que no me hayas dicho Tú? ¿Qué puedo hacer por Ti si yo no puedo hacer nada, si yo no puedo hacer nada, si no es por Ti, mi Dios?
(Todo lo que sé, todo lo que soy, todo lo que tengo es tuyo.)(Bis)
*Chicos:* Recíbeme con toda la miseria que hay en mí, con todos los deseos de seguir por tu camino. *Chicas (voz alta y baja):* Iluminar es hoy el reto en la oscuridad, servicio, entrega en fidelidad, hasta la muerte. *Todos:*
Hoy es tiempo de dar a manos llenas lo que se noos dio, brillar hasta consumirse, iluminar a un mundo en penumbras hasta que no quede yo, sino Tú.
Estribillo *Todos:*
No se enciende una luz para ponerla bajo el celemín. La luz que encendiste en mí, la ponga yo en lo alto y que María me ayude a decir, "sí".
Estribillo
Versión original: Recíbeme con toda la miseria que hay en mí, con todos los deseos de seguir por tu camino.
Iluminar es hoy el reto en la oscuridad, servicio, entrega en fidelidad, hasta la muerte. Hoy es tiempo de dar a manos llenas lo que se noos dio, brillar hasta consumirse, iluminar a un mundo en penumbras hasta que no quede yo, sino Tú.
Estribillo No se enciende una lámpara para ponerla bajo el celemín. La luz que encendiste en mí, la ponga yo en lo alto y que María me ayude a decir, "sí".
Dios te salve, María, Sagrada María, Señora de nuestro camino. Llena eres de gracia llamada entre todas a ser la Madre de Dios. El Señor es contigo y tú eres la sierva dispuesta a cumplir su misión; y bendita tú eres, dichosa, te llaman a ti, "la escogida de Dios". Y bendito es el fruto que crece en tu vientre, el Mesías del pueblo de Dios, al que tanto esperamos que nazca y que sea nuestro Rey.
María, he mirado hacia el cielo pensando entre nubes tu rostro encontrar y al fin, te encontré en un establo entregando la vida a Jesús, Salvador. María, he querido sentirte, entre tantos milagros, que cuentan de ti; al fin te encontré en mi camino, en la misma vereda que yo; tenías tu cuerpo cansado, un niño en los brazos, durmiendo en tu paz. (María, mujer, que regalas la vida sin fin.) (Bis)
Tú eres Santa María, eres nuestra Señora; porque haces tan nuestro al Señor eres madre de Dios, eres mi tierna madre, y Madre de la humanidad. Te pedimos que ruegues por todos nosotros heridos por tanto pecar desde hoy hasta el día final de este peregrinar.
María, he buscado tu imagen, serena, perdida, entre un manto de luz y al fin te encontré dolorosa, llorando de pena a los pies de una cruz.
María, he querido sentirte, entre tantos milagros, que cuentan de ti y al fin te encontré en mi camino, en la misma vereda que yo; tenías tu cuerpo cansado, un niño en los brazos, durmiendo en tu paz. (María, mujer, que regalas la vida sin fin.) (Bis)